sábado, 14 de mayo de 2005

Palabras

“Si tradujese morir por desaparecer me despedirían”



En los pasillos de la ONU se habla regularmente de cómo evitar guerras, desastres y crisis mundiales, y cada palabra cuenta. Nadie lo sabe mejor que los intérpretes, profesionales altamente cualificados que trabajan en cabinas insonorizadas desde las que se aseguran de que los cuidados discursos de los líderes mundiales no den lugar a malentendidos mientras se negocian acuerdos de paz que afectarán a la vida de millones de personas. Normalmente, los intérpretes se limitan a escuchar y a traducir. Se les prohíbe mezclarse. Pero, ¿qué pasaría si una intérprete oyese algo terrible que pudiera convertirse en una amenaza mundial, algo tan grave que fuera imposible callárselo? ¿Y si supiera, sin la menor duda, que al revelar esa amenaza, pondría en peligro su propia vida?

Para comprobarlo: La Intérprete. Aunque tiene algunos detalles fantasmales de algunas películas de este tipo, la impresión después de verla fue bastante buena. Me encantan las dos historias paralelas, tanto el conflicto diplomático como el personal entre Nicole Kidman y Sean Penn. Son totalmente opuestos –ella que cree en la diplomacia y en el valor de las palabras, y es que además vive de ellas, y él, policía, aparentemente duro y acostumbrado a tratar todo tipo de casos escabrosos- pero consiguen una relación que, para mi gusto, es casi perfecta. Cada vez me gustan más los personajes de Sean Penn (21 gramos o Mistic River), a lo mejor porque siempre parece el mismo.

Pues eso, las palabras, gestos y pequeños detalles son muy, muy importantes y parece que nadie los valora.

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